En el marco de una charla en la muestra, José Jáuregui, gerente Latam división Smart Farming, Datamars, habló de la importancia de ofrecer información en el producto
El nivel de adopción de la trazabilidad electrónica para la producción de carne es cada vez más extensivo. En medio de la necesidad de acceder a nuevos mercados y aggionarse a aquellos que cada vez exigen mayor información sobre las formas de producción, se llevó adelante una charla de la Mesa Argentina de Carne Sustentable en la Exposición Rural de Palermo.
En ese contexto, José Jáuregui, gerente Latam división Smart Farming, Datamars, habló sobre “la trazabilidad y el factor clave para ganadería sustentable”, donde sostuvo que hay un nivel muy bajo de la trazabilidad electrónica en el país. De hecho, de unas 50 millones de cabezas totales del rodeo, debe haber 1,5 millones trazadas electrónicamente.
“La trazabilidad electrónica está relacionada con no poner ninguna información en la caravana. La caravana es una identidad, un DNI del animal, pero la trazabilidad electrónica te permite asociar ese DNI, como cualquier ciudadano o ser humano, a un montón de datos del animal. Eso, asociado al blockchain, lo que permite es que ese dato sea inviolable. Entonces, generás un dato porque tenés un ternero que nació en un campo de la Argentina, le pusiste la caravana que permanece durante toda la vida del ternero, hasta que es un adulto y se faena”, explicó Jáuregui.
A partir de esta tecnología se puede trazar toda la información del animal, por ejemplo, por qué campos pasó, datos de su alimentación y si se pueden agregar otros datos, como la performance de los progenitores, genética, de tratamientos sanitarios, ya que muchas veces hay restricciones en países europeos por el uso de antibiótico. “De una forma rápida tenés un montón de información que podés levantar con un lector. Después hay cosas más voladas, de tecnologías más futuristas, pero hoy eso es un chip simple que vale US$2,40, y toda esa información vos la cargás del animal”, explicó.
En esa línea, explicó que Uruguay actualmente tiene un sistema de trazabilidad, lo mismo que Chile donde ya es obligatorio, a diferencia de la Argentina donde este tipo de identificación es voluntario. “Creo que a futuro, seguramente, en el corto plazo, empiece a ser compulsiva. Hay que tener tu certificación electrónica para que no haya grises, pensando para adelante, cuando se quiere entrar a un mercado, ninguno europeo te va a aceptar un animal donde no tenga una electrónica”, explicó.
La Argentina, en realidad, en trazabilidad no es de los países que mayormente adopta este tipo de tecnologías. “Falta mucho, en realidad, en el trabajo legislativo. En los países donde se ha implementado ha sido a partir de una legislación”, sostuvo. A partir de esta decisión, se comienza a hacer un trabajo compulsivo para que el productor, por razones fitosanitarias o económicas pueda entrar en el mercado.
“Uruguay tiene un sistema muy bien trazado, implementado, pero en la medida que no sea compulsivo, si no hay una legislación que te lo diga, es difícil que todo el mundo lo adopte por razones propias. Depende de que haya realmente una voluntad política de implementarlo, del apoyo que uno pueda tener de asociaciones del sector agropecuario. Hay una creencia de las asociaciones del sector de que esto es una medida comercial, porque hay un interés comercial”, narró.
En los países que más han avanzado fue a partir de una legislación, según reiteró. “Hay así razones fundamentadas, muy buenas para hacerlo. La ganadería argentina en tecnología no llega a estar a la misma altura de lo que está la agricultura. Vimos lo que pasó estos días: cambios en las reglas de juego, que todo eso hace que una actividad de largo plazo, cuando uno tiene que planificar, siempre esté más reacio a invertir. La agricultura argentina está siempre en la punta, somos punteros en todo, y la ganadería viene un poquito más atrás, implementando cosas, a pesar de los vaivenes, venimos un poco más atrás, pero buscando cómo implementarlas”, explicó.
Si bien dijo que como sucede normalmente hay intereses comerciales, también está el interés último de poder certificar efectivamente de dónde vienen los animales: trazar el origen, el paso de este y su vida. Además, poder empezar a ingresar cada vez a mercados de más valor agregado. “Si hoy uno mira, los mercados de mayor valor agregado empiezan a demandar todas estas tecnologías de trazabilidad. A medida que uno no las tiene, empieza a quedar más relegado”, sintetizó.